Análisis: el blog de Sociedad y Educación

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Publicado el 29 Feb 2016 / 2 comentarios

Lo que piensan los estudiantes acerca de lo que es un «buen» y un «mal» profesor

Covadonga Ruiz de Miguel (UCM). Fundación Europea Sociedad y Educación.
Fecha y fuente: International Journal of Educational Research, 2016

 

El debate de cómo tiene que ser un buen profesor se remonta a la antigua Grecia, cuando los buenos profesores eran descritos como mentores, que se implicaban en los aspectos tanto académicos como personales de sus “protegidos”. Actualmente, la discuión sobre la importancia de los profesores y de las características que deben tener para conseguir los mayores resultados en los alumnos está a la orden del día. Este estudio[1] se centra en las respuestas que dan los alumnos de Secundaria cuando se les pregunta acerca de lo que constituye un “buen” y un “mal” profesor, cuando se les pide que describan su profesor ideal, que enumeren las características que debe tener la relación que establecen con él, o lo que es importante en la relación entre estudiante y profesor.

 

La figura del profesor ejerce un gran impacto en los procesos de aprendizaje de los estudiantes, mucho más que otros factores como las relaciones entre iguales, el ambiente de clase, o la influencia de los padres. Una relación de confianza con ellos resulta decisiva para los estudiantes, ya que les anima a aprender y a desarrollar su potencial de habilidades (Hattie, 2009), o a todo lo contrario en caso de no ser una figura de referencia. Esto implica que el progreso académico se optimiza cuando estudiantes y profesores pueden construir una relación que equilibra sus funciones (Raufelder, 2007). Así pues, y dado el impacto de los profesores sobre el desarrollo académico y personal de los estudiantes, el establecimiento y  mantenimiento de una relación positiva entre profesor y alumno, tanto a nivel académico como personal, debería ser un objetivo primordial en todos los centros educativos.

 

El problema está en que las características de un “buen” profesor siguen sin estar claras. Se han identificado ciertas cualidades personales, como la capacidad de crear y mantener un ambiente de apoyo emocional (Luckner y Pianta, 2011), así como aspectos profesionales, como la definición de las altas expectativas (Pickens y Eick, 2009) o la retroalimentación positiva y la alabanza, como factores de motivación muy fuertes (Luckner Y Pianta, 2011). En suma, los investigadores están de acuerdo en que un «buen profesor» debe saber cómo equilibrar las dimensiones académicas y personales en su profesión y en su trabajo (Kaplan, 2000).

 

A pesar de la importancia de las percepciones de los estudiantes al respecto, resulta sorprendente que la investigación que sustenta esta noción del “buen” profesor rara vez incluye la perspectiva de los estudiantes (Wubbels et al, 2006), lo que hace presuponer que los estudiantes no están del todo de acuerdo con los criterios reconocidos formalmente.

 

El análisis de los datos recabados pone de manifiesto tres ejes principales para las categorización de los «buenos» y «malos» profesores: (1) la calidad de la relación profesor-alumno (dimensión interpersonal), (2) la experiencia docente (dimensión académica), y (3) las características personales de los profesores (dimensión interpersonal). Los resultados muestran que los estudiantes valoran las dimensiones interpersonales de los profesores por encima de la académica, aunque subrayan su asociación bilateral.

 

 La calidad de la relación profesor-alumno

 

Los estudiantes perciben su relación con un “buen” profesor como aquella que se caracteriza por (1) la apreciación, (2) la consideración individual, y (3) la simpatía. Un aspecto muy valorado por los estudiantes es la consideración individual por parte de los profesores (Klem y de Connell, 2009); los estudiantes necesitan sentir que sus profesores tienen un interés activo en ellos, y que consideran pertinentes sus decisiones y su trabajo. Además, los profesores deben estar preparados para considerar la situación individual de cada estudiante con el fin de alcanzar el mayor progreso académico posible (Büchner, 2003; Wenning, 2004). Por otro lado, la “simpatía” del profesor se identifica como un elemento esencial de la relación profesor-alumno (Raufelder, Bukowski et al, 2013), ya que los estudiantes encuentran más placentero asistir a clase cuando perciben que su profesor es agradable y alegre, lo que permite una experiencia de aprendizaje más rentable para ambos (Birch y Ladd, 1997).

 

Por el contrario, la relación de los estudiantes con un “mal”  profesor está dominada por (1) una relación agresiva, (2) la injusticia y, (3) la antipatía. Y es que los intentos coercitivos de los profesores para controlar a los estudiantes (por medio de castigos o amenazas, por ejemplo), da lugar a que los estudiantes rechacen al profesor y lo que es peor, disminuyan su aprendizaje cognitivo y afectivo (Richmond, 1990). Por otra parte, la investigación pone de manifiesto que los sentimientos mutuos de antipatía entre estudiantes y profesores pueden tener consecuencias desadaptativas en los primeros (Abecassis et al  2002), mientras que las situaciones de injusticia podrían dar lugar a estados emocionales estresantes que resultan perjudiciales para el progreso de los estudiantes (Chory et al, 2014).

 

Las características personales del profesor

 

Cuando se trata de las características personales de los profesores, los estudiantes identifican tres tópicos del «buen» profesor: (1) la asertividad, (2) el humor, y (3) la empatía. Los estudiantes valoran a los profesores que crean y mantienen un modelo de relación asertivo, consiguiendo un ambiente de aprendizaje respetuoso y  claramente estructurado (Klem y Connell, 2009), y se encuentra una asociación positiva entre el humor del profesor y el aprendizaje de los estudiantes (Garner, 2006; Wanzer y Frymer, 1999). De esto se desprende que el humor es una competencia social fundamental para los profesores, al fomentar el desarrollo de la capacidad de trabajo en equipo y la de cooperar y tratar los conflictos lo que, a su vez, conduce a una mejor comunicación y cooperación entre profesores y estudiantes (Rißland, 2003). El uso del humor en las interacciones cotidianas en el aula puede ayudar al profesor a comunicarse de forma efectiva con sus estudiantes en un nivel interpersonal. A pesar de que simpatía y empatía son conceptos relacionados (Thirioux et al, 2014), la empatía en la relación profesor-alumno describe una característica personal solo del maestro; los estudiantes esperan que un buen profesor muestre empatía por sus necesidades individuales. Debido a su estado de desarrollo avanzado, es el adulto (profesor) el que debe mostrar empatía con el niño (estudiante), y no al contrario. Tanto la simpatía como  la empatía puede ser útiles para superar el rígido contexto institucional de la escuela, que se caracteriza por un desequilibrio de roles (Bukowski et al, 2013).

 

Por el contrario, los estudiantes a menudo describen el “mal” profesor como aburrido, repetitivo y desinteresado, inconsistente, poco fiable, y que muestra favoritismos (Strikwerda-Brown et al, 2008). Para los estudiantes, un mal profesor es aquel que no muestra interés por sus logros académicos, que les ridiculiza o desprecia delante de sus compañeros. También identifican la falta de asertividad como un indicador clave del mal profesor, que puede ser detectada en la instrucción no regulada, en la transmisión de conceptos erróneos o incompletos y en la impartición de conocimientos de una forma desordenada (Kirschner, Sweller y Clark, 2006).  Curiosamente, los estudiantes no siempre mencionan la falta de conocimientos como un indicador claro de un «mal» profesor (Suplicz, 2009) sino que, al evaluar su calidad, la mayoría de los estudiantes valoran cualidades personales por encima de su labor profesional.

 

 Experiencia docente

 

Los estudiantes parecen tener una idea más homogénea respecto a las dimensiones académicas de lo que es un “buen” o “mal” profesor, entendiendo por “experiencia docente” la tendencia a diseñar y desarrollar las lecciones respetando las percepciones, necesidades y expectativas de los estudiantes. De este modo clasifican claramente a los “buenos”/”malos” profesores polarizados en los siguientes extremos: (1) motivadores vs. desinteresados e indiferentes, (2) docentes comprensibles vs. docentes incomprensibles  y (3) variedad/flexibilidad en las clases vs. instrucción  basada en el profesor (que se identifica con profesores de pie delante frente a la clase, escribiendo en la pizarra y hablando sin parar) .

 

Los estudiantes describen la motivación de los maestros como un elemento clave de la experiencia docente: el entusiasmo de su profesor podría afectar positivamente a su propia motivación en clase, por ejemplo mediante la participación en el tema, haciendo la lección más productiva y agradable (Daniels, 2011). Estudios anteriores han encontrado que la motivación y el entusiasmo del profesor intensifican la motivación intrínseca de los alumnos y su vitalidad (Keller et al, 2014). Del mismo modo, los estudiantes se muestran decepcionados y molestos cuando no pueden establecer una conexión con su profesor debido a su indiferencia.

 

Sobre la enseñanza comprensible parece que el conocimiento de la materia es un aspecto importante de la buena enseñanza. Un tercer aspecto esencial de la experiencia docente es la variedad/flexibilidad durante las clases frente a la instrucción basada en el profesor. Esto apoya investigaciones anteriores que muestran que una variedad de estilos de enseñanza ayuda a los estudiantes a alcanzar sus objetivos de aprendizaje (Moore, 2006). Por el contrario, la instrucción basada en el profesor se percibe por parte de los estudiantes como rasgo típico de un «mal” profesor.

 

Así pues, y a la vista de estos resultados, parece que los estudiantes valoran de los “buenos” profesores tanto cualidades interpersonales como aspectos académicos, con una ligera preferencia por las primeras, lo que debe hacer reflexionar a los docentes con el fin de mejorar siempre su práctica.

 

 

ENLACES

 


[1] Raufelder, D.; Nitsche, L.; Breitmeyer, S. y Keßler, S. (2016). Students’ perception of “good” and “bad” teachers—Results of a qualitative thematic analysis with German adolescents. International Journal of Educational Research, 75, 31-44.

 

 

2 comentarios

  • nataly dice:

    Dios les bendiga a todos.. muy bueno este material. me sirvio de mucho para el desarrollo de un tema basado en esto mismo. gracias.

  • Claudio M Cruz-Fierro dice:

    Excelente, solo una duda: el 5o parrafo en el inciso (3) ¿no es mas bien «intrapersonales»?, pues en uno ya esta «inter»…. Saludos!!