Publicado el 02 Jun 2020 / 1 comentario
Autor: Carlos Alcaraz Cárdenas. Jefe de estudios de Secundaria y Bachillerato del Colegio Montpellier de Madrid.
No es la primera pandemia que asola el mundo ni la primera vez que se pide a los ciudadanos que dejen de relacionarse. Pero seguro que es la primera vez que, estando distantes, no nos hemos dejado de comunicar. La tecnología de la información y de la comunicación estaba esperando un momento como este para brillar y generar consenso en torno a su capacidad para ser prolongación y ampliación de las posibilidades del ser humano. Sí, está siendo su momento. Y muy especialmente en el mundo educativo, en el que las administraciones de ciertas comunidades autónomas, como la de Madrid, lo han fiado todo a la capacidad “del sistema” para mantener la normalidad del curso, gracias a la tecnología.
Nunca pudimos imaginar los profesores que alguna vez se daría una situación como esta cuando hablábamos a padres y alumnos de la imprevisibilidad del horizonte laboral y social, y de lo mucho que podía aportar el uso de la tecnología en la formación de los alumnos en aprender a aprender. Queríamos convencerles de que era importante iniciar un nuevo camino en el que el mundo digital se ha convertido en mucho más que una máquina para jugar a videojuegos o comunicarse por redes sociales.
Y esta realidad que hemos vivido nos ha permitido darnos cuenta de que estábamos más preparados de lo que nosotros mismos creíamos.
Muchos de nosotros veíamos más fácil el salto a la utilización de lo digital como herramienta docente que sirviera para actualizar procesos de enseñar y de aprender, sin descuidar lo nuclear, nuestro punto fuerte, la relación personal profesor-alumno y la relación no digital entre alumnos.
En nuestro centro, el proyecto 1×1, es una experiencia, posiblemente entre muchas otras, de cómo crecer nivel a nivel, de cómo implicar a cada vez más profesores, de cómo pensar en la infraestructura necesaria, de cómo generar capacidad tecnológica con ayuda de las empresas, de cómo ser resilientes.
Gracias a nuestros 10 años de trabajo en esta dirección, con la motivación y energía necesarias, y gracias a muchas otras iniciativas similares, los docentes españoles han atendido con profesionalidad, creatividad y dedicación, el proceso de enseñanza-aprendizaje de sus alumnos.
Para emprender proyectos ambiciosos, hay que dar a los equipos de profesores la mayor autoridad pedagógica posible, por ejemplo:
“Docente, estos son los contenidos, los estándares, los criterios de evaluación que muestra la ley. Y usa, docente, tu experiencia y tus conocimientos para adaptarlos, y coordina su desarrollo en cada nivel con otros profesores, busca estrategias pedagógicas y compártela con tus compañeros, y aprende de lo que vas haciendo. Hazlo abriendo la ventana a esa modernidad que será el presente de la vida de tus alumnos”.
Sí, había que levantar la vista de los libros, sin negar nunca lo mucho que aportan. Pero había que contar también con los museos virtuales, con las posibilidades de google earth, incluso con la de ver las estrellas; y también con esos interactivos, para ver y comprender las ciencias que, a veces, parecen ocultas, las matemáticas en todas sus dimensiones, idiomas y culturas con las que comunicarse con tanta facilidad…
“Docente, construye, con tu experiencia y sensibilidad, nuevas posibilidades de generar talento y de ayudar a superar las dificultades de aprendizaje, ese edificio del conocimiento de la realidad. Dispones, docente, de esta herramienta que es un ordenador, de una plataforma de aprendizaje virtual llamada moodle y de unas ondas que se llaman wifi, para organizar los contenidos, proponer actividades, conectar con tus alumnos. Nunca, docente, has tenido tanto donde elegir”.
Casi sin saberlo, con esta convicción y con esta motivación, paso a paso, habíamos alcanzado otro nivel en nuestro centro.
Nada fue fácil entonces y menos lo es ahora. Tantas veces no se ve el final del camino. Pero es que ¿alguien sabe dónde está el final? Participamos de las mismas incertidumbres de la sociedad sobre esta nueva era de la tecnología. Y ahora se han puesto especialmente de manifiesto.
Estamos latiendo al ritmo de la sociedad, de nuestras familias y nuestros alumnos.
Hubo, hay y habrá dificultades de diversa índole: preocupaciones que anidan en el cerebro de todo buen docente; dificultad para creer en la tecnología y a la vez creer que el ser humano va a saber administrarla con sensatez, paciencia y prudencia; la sensación de agobio del profesor por la inmensidad abrumadora de nuevas posibilidades, unida al poder que recibe para elegir entre tanto, buscar, adaptar y conectar la personalidad docente, la del centro, la de los alumnos -diferentes en cada clase-, con la inmensa oferta de posibilidades que se van abriendo según vamos atravesando el bosque. Es fácil ver, a la vez, la riqueza y la complejidad.
Sin esas horas invertidas en la obligación de rematar temarios, de impartir todos los contenidos, no habría sido posible llegar al punto en el que hemos sido puestos a prueba. Y ahora, al abrirse el océano, es el momento de sacar todas las brújulas y sextantes, de saber dónde está la estrella paperwritings.com polar que marca el norte. Y, con la experiencia acumulada, hemos tenido que dar forma a nuestras clases, abrir el ordenador y verlo todo de otra manera, construyendo nuevos rituales viendo a nuestros alumnos en la pantalla, desde sus casas. La tecnología en estado puro.
Muchos hemos abordado las clases, casi como cuando empezamos nuestra carrera docente, reviviendo preguntas olvidadas: ¿lo controlaré todo? ¿Y si no hacen nada? ¿Y cómo puedo hacer que trabajen si no los veo apenas? ¿Y evaluar? ¿Qué, cómo, cuándo evalúo? ¿Y si se copian? ¿Copiar de…? ¿Y entonces?
Otra vez preguntas de principiantes. Todas las preguntas. Familias expectantes y alumnos también. La inmensa mayoría de mis alumnos tiene dispositivos desde 2º de la ESO. Es ahora cuando cobra realidad su presencia en la vida de estudiante: y es ahora cuando acuden en avalancha tantas cosas habladas entre nosotros, los profesores: nuevas formas de trabajar en equipo, nuevas herramientas, como google drive, tantas veces usado, pero pocas veces tan importante; nuevas formas de evaluar, contando con los cuestionarios de moodle, de google forms,de socrative o Kahoot; y también con modos de reconstruir, crear y organizar temas nuevos en moodle… Y diciéndonos a nosotros mismos: «Voy a llamar al nuevo tema ‘confinamiento de marzo’; luego otro y otro y otro, porque esto se alarga y tengo que ir creando temas, contenidos, actividades nuevas, adaptadas a lo que estamos viviendo”.
Se hacen visibles ahora la experiencia acumulada de bucear en todas las posibilidades tecnológicas, los cursos alguna vez recibidos y las herramientas para las que nunca se encontró el momento adecuado de poner en marcha. Se incrementa la lluvia de intercambio de experiencias entre nosotros, de creatividad, de imaginación, para hacer más atractivos los contenidos y la forma en los que los presentamos; crece la ayuda y la cooperación para organizarnos, todo, en definitiva, al servicio de estar a la altura de lo que se espera de nosotros: ¿clases invertidas? ¿Ed puzzle? ¿Geogebra? ¿Grabar vídeos de la pantalla? ¿Lápiz electrónico?
Y entre tanta tecnología, sorprende a más de uno la conexión emocional con nuestros alumnos. ¿Puede ser el adjetivo “emocional” imputable a la tecnología? Sí. Estamos descubriendo cada día el impacto de esa nueva dimensión.
Gritamos tan fuerte aquello de “necesito formación” que nos ha llegado el curso de los cursos: «Viaja al país de la tecnología y quédate allí unos meses». Y llegados a ese país, nos hemos dado cuenta de que sabíamos más de lo que creíamos.
Pasos y saltos, navegaciones en aguas turbulentas que empezamos hace ya muchos años y que nos han hecho distintos, sin saberlo. Nos metimos en casa por sorpresa, sin tiempo para dar forma a lo que venía…
Ya está acabando el curso y, afortunadamente y así lo deseamos todos, la sociedad va recuperando el pulso . ¿Y qué viene después? He dejado muchas preguntas abiertas para las que, poco a poco, iremos encontrando respuestas, en la medida en que sepamos identificar los signos de los tiempos y, a la vez, descubriendo la parte más emocional de la tecnología, que es lo que nos puede hacer sentir que es una verdadera creación humana. En definitiva, un futuro a flor de piel.
Ahora dejo ya el ordenador. Mañana tengo examen virtual de química orgánica de 2º de Bachillerato y cálculo mental geométrico también virtual con los alumnos de 1º de ESO.
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Sin duda, la tecnología fue de gran ayuda en tiempos de Pandemia, pero no obstante se debe tener cuidado con el uso excesivo de los aparatos electrónicos, sobre todo el uso de las redes sociales.
Un nuevo estudio afirma que un uso prolongado de los smartphones reduce la capacidad mental, aquí dejo el artículo.
https://www.infoterio.com/2022/11/El-uso-prolongado-de-los-smartphones-reduce-la-capacidad-mental.html