Publicado el 25 May 2023 / Sin comentarios
Autor: María Luisa Blázquez. Investigadora Asociada, IESE Business School
Fuente: comentario incluido en Indicadores comentados sobre el estado del sistema educativo español 2022. Fundación Areces y Fundación Europea Sociedad y Educación.
El desempleo, y en particular el desempleo juvenil, es uno de los grandes problemas de nuestro país. Si bien desde el año 2013 en España se ha reducido la tasa de desempleo sustancialmente, los niveles de paro son todavía elevados y muy superiores a los de la media europea. En diciembre de 2021, la tasa de paro en España era de 13,3%, comparada con un 6,4% para la media de la Unión Europea. Si atendemos al paro juvenil, estas cifras se disparan. El data de paro en jóvenes de entre 15 y 24 años en España en diciembre de 2021 era del 34,8%, muy por encima del de 16,6% para la media europea, y de datos de países como Francia (18,9%) o Alemania (6,9%).
Las causas del desempleo juvenil son muy variadas, pero la educación es sin duda uno de los factores que más directamente influyen en los niveles de empleo y desempleo de los países. Tal y como se observa en el gráfico 99 del informe, los niveles de estudio superior se asocian a tasas de empleo más altas. Así, las tasas de empleo de personas entre 20 y 34 años a los tres años de terminar los estudios eran de 41,4% para aquellas que solo completaron la primera etapa de educación secundaria, 62,3% para los que completaron estudios de segunda etapa de educación secundaria y del 76,8% para los que tenían estudios universitarios. Es decir, hay más de 35 puntos porcentuales de diferencia en tasas de empleo entre personas con altos niveles de estudios y aquellas con bajos niveles.
GRÁFICO 99. EVOLUCIÓN DE LA TASA DE EMPLEO DE LA POBLACIÓN DE 20 A 34 AÑOS EN ESPAÑA ENTRE UNO Y TRES AÑOS DESPUÉS DE FINALIZAR EL NIVEL EDUCATIVO MÁS ALSO ALCANZADO. AÑOS 2007 A 2021.
Por tanto, parece fundamental conseguir que los jóvenes mejoren sus capacidades profesionales mediante programas relevantes ofrecidos por el sistema educativo. También en este aspecto nuestro país presenta unos datos poco favorables. Si bien la tasa de abandono escolar ha experimentado una notable mejora, descendiendo desde el 26,3% en 2011 al 13,3% en 2021 (véase gráfico 83), todavía es una cifra muy elevada. Como también lo es la tasa de ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan), que en 2021 se situaba en 11% algo por encima de la media europea (10,8%), y de países como Alemania (7,5%) o Portugal (7,6%) (véase gráfico 95).
GRÁFICO 83. EVOLUCIÓN DE LA TASA DE ABANDONO EDUCATIVO TEMPRANO, POR COMUNIDAD O CIUDAD AUTÓNOMA. AÑOS 2011 Y 2021.
GRÁFICO 95. EVOLUCIÓN DEL PORCENAJE DE LA POBLACIÓN DE 15 A 24 AÑOS QUE NI ESTUDIA NI TRABAJA, POR PAÍS. AÑOS 2011 Y 2021.
Si bien es importante que los jóvenes sigan formándose y mejorando su preparación, esto es una condición necesaria pero no suficiente para su empleabilidad. En particular, el sistema educativo debe formar a los jóvenes en las competencias que las empresas necesitan, y esto no siempre ocurre. En un reciente estudio realizado en IES[1] que ha contado con la colaboración de directores de Recursos Humanos, Personas o Talento de más de 80 empresas representativas en España, mostramos cómo el 76% de ellas consideran que existe un desajuste relevante entre las necesidades de las empresas y la preparación que proporciona el sistema educativo a nivel universitario y prácticamente iguales resultados se obtienen para la Formación Profesional (79%). Como consecuencia, el 75% de las empresas que colaboraron en el estudio afirmó haber encontrado dificultades importantes para cubrir determinados puestos de trabajo. Esto es especialmente significativo, al tratarse las empresas participantes de grandes compañías, que ofrecen oportunidades de carrera atractivas para los jóvenes y que, por tanto, deberían encontrar menos dificultades para cubrir los puestos de trabajo que la media de empresas de nuestro país. Resulta paradójico que estas dificultades convivan con datos tan elevados de desempleo juvenil. Es posible que la brecha de competencias ayude a explicar este desajuste.
Esta brecha o desajuste de competencias se produce tanto a nivel de conocimientos como de capacidades y actitudes. Como puede observarse en el gráfico A, el 94% de las empresas que participaron en el estudio consideraron que existen déficits importantes de conocimientos en lo relativo a Inteligencia Artificial, un 85% cree que existen en Big Data o un 83% en robótica. En términos generales, las áreas STEM[2] deben ser reforzadas, así como otras áreas de conocimiento, relacionadas, por ejemplo, con temas medioambientales y de sostenibilidad.
La brecha de competencias también es muy relevante a nivel de capacidades (gráfico B). Las empresas afirman que existen dificultades para encontrar en los jóvenes graduados capacidades como el liderazgo (en opinión del 90% de las empresas), la negociación (89%), o la innovación y creatividad, entre otras (86%). Además, las empresas consideran que las capacidades son más importantes aún que los conocimientos. Muchas organizaciones trabajan en equipos multidisciplinares e internacionales, para los que las soft skills son esenciales.
Las empresas también manifiestan que hay desajustes entre las actitudes que necesitan y las que encuentran en los jóvenes (gráfico C). Por ejemplo, un 88% de las empresas opina que esto ocurre en los niveles de compromiso de los jóvenes, un 87% en la visión de conjunto o un 85% en la capacidad de reacción ante las dificultades. La resiliencia es otra de las actitudes mencionadas, ya que las empresas consideran esencial que los jóvenes sean capaces de reaccionar y de adaptarse a entornos que cambian cada vez más rápidamente.
Se trata, por tanto, de desajustes muy relevantes y en prácticamente todos los aspectos analizados. Las empresas están recurriendo a la formación interna, principalmente, para cubrir estas competencias que los jóvenes no tienen y que las empresas necesitan. Así, un 82% de los empleados de las empresas participantes en el estudio recibieron formación en 2021, en su mayor parte online.
Además, muchas de estas competencias son fundamentales para las empresas, y aumentarán en importancia en los próximos años, por lo que si no se mejora la formación que reciben los jóvenes, la brecha aumentará. Por ejemplo, conocimientos en las áreas de Big Data o Inteligencia Artificial, en los que hemos visto que hay un desajuste relevante, aumentarán sensiblemente en importancia para las empresas de cara a 2025, como muestra el gráfico D. Lo mismo ocurre con las capacidades de liderazgo e innovación, o actitudes como el compromiso o la capacidad de reacción, que adquirirán una relevancia mayor en los próximos años.
Ante la relevante brecha de competencias que existe en nuestro país y el riesgo de que aumente en los próximos años, deberíamos preguntarnos quiénes son los responsables de cubrir dicha brecha y cómo puede llevarse a cabo. Las empresas declaran que la responsabilidad es compartida entre los centros educativos, el gobierno, las familias y las propias empresas.
Las familias juegan un papel fundamental en la formación en actitudes de los jóvenes. Es indudable que el entorno familiar puede incidir en los valores éticos, en el respeto y en la actitud que se tenga frente al compromiso, así como en la sensibilidad hacia la inclusión social, la sensibilidad multicultural o la autonomía, entre otros aspectos.
Los centros educativos (universidades, centros de FP) son fundamentales en la formación en conocimientos, y deben ser ágiles para responder a las necesidades de las empresas, que cambian constantemente, sobre todo en las áreas STEM, que deberían ser incorporadas de forma transversal en los planes de estudio. Pero los centros educativos también deben jugar un papel fundamental en la formación en capacidades, fomentando los enfoques más prácticos y menos teóricos, impulsando el trabajo en equipo, el debate y las actividades que fomenten la comunicación, el liderazgo o el pensamiento crítico, entre otras capacidades.
Las empresas, por su parte, están tomando un papel muy activo en la formación en conocimientos y capacidades de los jóvenes graduados, supliendo con formación interna las competencias que no encuentran en el mercado. No obstante, lo que contribuiría de forma notable a la reducción de la brecha de competencias sería una mayor involucración de las empresas en la definición de las competencias profesionales a formar, y en su adaptación a los planes de estudio. Las empresas son quienes mejor conocen las competencias que necesitan hoy y las que necesitarán en el futuro para cubrir los puestos de trabajo eficazmente. No contar con su participación activa es desperdiciar un recurso valiosísimo.
Los gobiernos deberían proporcionar la flexibilidad necesaria para que dicha colaboración entre empresas y centros educativos sea posible, y facilitar la implicación de las empresas en el futuro de la educación. La colaboración público privada es muy importante en muchos ámbitos de la sociedad e imprescindible en el ámbito educativo. Avanzar en la colaboración entre gobiernos, universidades, centros de FP y empresas es un paso fundamental para mejorar la empleabilidad futura de los jóvenes.
NOTAS
[1] Bláquez, M.L., Balmaseda, C. y Canals, J. (2022). Retos empresariales y competencias profesionales después de la COVID-19. IESE
[2] Science, Technology, Engineering and Mathematics.
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