Publicado el 11 Feb 2015 / Sin comentarios

Hacia un sistema educativo eficiente: la evaluación como instrumento de mejora.

Fecha y fuente: SANTÍN, D. y  SICILIA, G. “Evaluar para mejorar: hacia el seguimiento y la evaluación sistemática de las políticas educativas”. Proyecto Reflexiones sobre el sistema educativo español. Fundación Europea Sociedad y Educación. 2014

Autora de la entrada: Ana Rey. Fundación Europea Sociedad y Educación.

Una gestión pública moderna y eficaz exige en primer lugar la optimización de los recursos públicos en cualquiera de sus ámbitos de actuación. Tanto en España como en casi todos los países de nuestro entorno, esta exigencia se recoge al máximo nivel de protección jurídica, al figurar en la Constitución, y, en nuestro caso, en un lugar tan destacado como es el Título I. Señala el art. 31.2 de nuestra Carta Magna  que “El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía”.

Los criterios de eficiencia y economía son principios de ordenación del gasto público, articulados sobre la base de dos postulados: equidad en la asignación de los recursos públicos, y eficiencia y economía en su tramitación y ejecución. La eficacia hace referencia a la capacidad para lograr los objetivos propuestos, podemos definirla como el nivel de consecución de metas y objetivos. La eficiencia alude a la relación entre los recursos empleados y los objetivos conseguidos. Se entiende que habrá mayor eficiencia cuantos menos recursos se empleen para lograr un objetivo, o cuantos más objetivos se consigan con un mismo número de recursos.

El instrumento que parece más adecuado para cumplir con este mandato constitucional es la evaluación de las políticas públicas, y por ende las educativas, de manera que se pueda medir el grado de cumplimiento del criterio de eficiencia.

El método tradicional de evaluación de los sistemas educativos no ha sido completo, y se ha centrado en el cálculo de los recursos invertidos y el número de alumnos beneficiados. Es cierto que el control presupuestario, además de ser útil, es fundamental en la evaluación de cualquier política, pero en materia educativa es preciso ir más allá, es preciso medir los resultados educativos obtenidos. Esta medición es la que permitirá relacionar los recursos, las actividades y los resultados obtenidos a corto, medio y largo plazo de los programas educativos. Las decisiones que se tomen en función de esta evaluación deben ir enfocadas a aumentar la eficacia, la eficiencia y la equidad del sistema educativo, generando una información transparente para todos los agentes implicados.

Ya nos hemos referido al significado de la eficacia y la eficiencia. Trasladados al ámbito educativo, la eficacia medirá el grado de cumplimiento de los objetivos del sistema educativo, enfocado sobre todo a la calidad, los resultados, el número de beneficiarios y la equidad. La eficiencia nos permitirá conocer si los recursos destinados para ello han sido o no óptimos. Ahora hemos de introducir otro concepto: el impacto y su evaluación, que nos permitirá determinar si una concreta política educativa –con su consiguiente programa- ha permitido mejorar los resultados educativos de los beneficiarios[1].